viernes, 18 de abril de 2014

Si rompe, que rompa

Todos hemos caído en ese "error", y probablemente sigamos cayendo en él.

Viene esto a cuento de que hace unos días se celebró una de las pruebas más emblemáticas del campeonato de Andalucía de Slalom, Prado del Rey, una prueba que se ha perdido en algunas ocasiones y que sin embargo el empeño de pilotos locales hace que se recupere una y otra vez.

En Prado he tenido resultados muy buenos y muy malos. Allí fue la primera vez que marqué un mejor tiempo de manga, mi primer podium... Y también donde he obtenido mis peores resultados y el sitio donde me he venido con el coche tocado hasta tres veces: Dos con el 1200 Sport (puente trasero doblado en una ocasión y "chapa" en otra) y una con el 205 GTi (rotura de soporte motor que se llevó por delante un palier y la admisión directa).

Prado es un slalom peculiar por cuanto que su piso muuuuuuuuuuuy deslizante, combinado con bordillos altos (y duros), maceteros, muros de piedra y en general un diseño rápido condicionado además por una avenida estrecha, lo hacen proclive a que a la mínima te traigas el coche con un "recuerdo". Desde hace unos años sumémosle al "cóctel" unos badenes de medidas mayores de lo que marca actualmente la ley y la probabilidad de desastre es muy alta. No en vano, siempre se viene algún coche tocado, llegando en 2005 a ser nada menos que 14 de la veintena de participantes los que nos vinimos con algo.

Toda esta parrafada viene a colación de la discusión que se producía días atrás en una conocida red social acerca de estos percances. Había quien decía que había que arriesgar, había quien apostaba por seguridad... Hasta que apareció una frase ligada permanentemente a la competición: "Si rompe, que rompa".

Esa frase venía de boca de un piloto local, joven, muy joven, posiblemente dolido porque se criticara la prueba de su pueblo, pero seamos realistas, no se criticaba a "su" prueba, sino el entorno. Todos hemos apostado alguna vez por el "si-rompe-que-rompa", porque cuando estás haciendo un buen tiempo y la temperatura del motor se va por las nubes, sigues con el pedal hasta el metal. Y es un error, porque lo normal es que no aguante y acabes la carrera de modo muy parecido, sin puntos, pero con el agravante de que también acabas con la cartera más liviana, que si paras a tiempo, no pasa.

Cierto es que cambiamos el "chip" cuando damos los últimos tirones para tensar el arnés, y ese bache que parece mal colocado acaba siendo el trampolín para un salto, el ruidito que nos tiene nerviosos mientras calentamos el motor, desaparece como por arte de magia, y sales a darlo todo... Excepto en Prado, porque dar el 100% allí implica asumir riesgos elevados. No obstante, tal vez requiera que el público no valore tanto el morbo, el piloto más rápido y más espectacular no es el que pega un salto más alto, ni el que más se acerca al macetero. A lo mejor habría que ralentizar las zonas "delicadas", marcando un recorrido lento en esa zona o protegiendo con neumáticos los "puntos negros".

Criticamos estas últimas temporadas que los pilotos de Fórmula 1 vayan más preocupados de conservar neumáticos que de exprimir todo el potencial de su mecánica. Pues son personas multimillonarias que cobran por hacer eso; en cambio, aquí estamos hablando de mecánicos, ats, taxistas, repartidores, vendedores, incluso estudiantes y en general gente humilde que se gasta sus ahorros para correr, que van con lo puesto y que una avería condena directamente a aparcar el coche hasta la próxima temporada, o la siguiente, o la otra.

Es más, recuerdo que en el año 2002, a punto de recibir las llaves de mi casa, me apuré económicamente hasta lo indecible. Decidí no correr, pero un buen amigo me dijo que si iba a estar amargado pagando la casa, la iba a odiar, que corriera. Salí a aquella temporada con dinero para dos inscripciones y nada más. La fortuna hizo que obtuviera buenos resultados y acabara pagando las inscripciones con los premios en metálico de la carrera anterior.

Si rompe, que rompa... Que se lo digan a los multimillonarios presupuestos de la Fórmula 1, al gran circo que una rotura deteriora la imagen de marca hasta niveles insospechados. Que se lo digan a Hamilton que podría ser líder holgado y sin embargo no lo es. O a Vettel, que está detrás de Fernando Alonso con un coche lamentable pero que no se rompe (hasta ahora, crucemos los dedos). Que se lo digan a Carlos Sáinz y a Luis Moya y su famoso "¡Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios, trata de arrancarlo!" que les costó un mundial en 1998.



Algunas veces me he ido con un mal resultado a casa por un problema de esta índole, pero no demasiadas. Que yo recuerde:

- Un vuelco en Jerez 1996, que con "economía de estudiante", supuso "parchear" el coche para que aguantara la temporada, malamente, y que a la postre aquel Seat Panda acabaría rindiendo el alma en la penúltima prueba de la temporada, saliendo a la última con un coche prestado, también con problemas mecánicos, y acudiendo a la entrega de premios del campeonato con una fortuna en la cuenta corriente, ¡nada menos que 7 pesetas! Lógicamente el año 97 fue sabático, y no por gusto; se me saltaron las lágrimas en el primer slalom de la temporada en Cádiz, porque yo no estaba en el parque cerrado, ni lo pude estar en toda la temporada. Cuando pude, rescaté todas las piezas posibles de aquel coche y adquirí un nuevo Seat Panda, con infinitos problemas mecánicos pero era la opción más barata, comprar un coche cuyos problemas se pudieran solucionar con las piezas del otro coche. Un coche con problemas es barato, y ese fue mi "objetivo".



- Prado 2008, manga de entrenos, nada menos, y ese "chip" agresivo me privó de levantar el pie subiendo hacia meta, lo que acabó con una factura con varios ceros. No fue buena idea atacar el badén flirteando con los 100 km/h. (segunda al corte) del 205 GTi, nada que ver con las roturas que hemos visto este año a bastante menos velocidad.



Obvio otras circunstancias porque no impidieron acabar la prueba y el "riesgo" de un golpe tiene connotaciones diferentes; no es lo mismo asumir el riesgo de ir al límite que hacer el tonto como hice las dos veces que menciono, uno por "engolfarme" en que iba haciendo un buen tiempo y otra por no medir adecuadamente los riesgos. En cambio, en 2009, con el coche que al día siguiente me tenía que ir a 300 kms. a trabajar, asumiendo riesgos mínimos o nulos, cuidando la mecánica, acabé en el podium con un coche diésel, de potencia modesta, que pasaba ampliamente de los 225.000 kms.

"Si rompe, que rompa", no es una opción. Sirve si estás en la última pasada, de la última prueba, jugándote el campeonato, si tienes una cuenta corriente holgada, si eres "oficial" o tienes unos buenos y generosos patrocinadores apoyándote, o tienes ventipocos como tenía yo y una percepción de la realidad inversamente proporcional a las ganas de correr.

Si por el contrario eres un padre de familia con hipoteca, "currante", y llevar a cabo tu pasión te cuesta auténticos horrores a fin de mes, definitivamente no es una opción.

El 25 de abril de 1996 aprendí una valiosa lección en esto de las carreras, y me ha llevado a un ritual que repito año tras año, prueba tras prueba. Cada vez que corro, llamo a casa y les digo a mis padres por teléfono: "Volvemos a casa sanos y salvos, coche y piloto". Entonces, y sólo entonces, es cuando mi padre me pregunta: "¿Y cómo has quedado?". La respuesta es irrelevante, porque lo importante es que me lo he pasado bien y vuelvo a casa satisfecho. Obviamente si el resultado ha sido bueno, mejor que mejor.

Sea como fuere, los modestos quizás podríamos estar corriendo en temporadas tan críticas como esta, pero para tener una avería inasumible, mejor quedarse a ver los toros desde la barrera.

Nos vemos en la próxima entradilla... O el próximo slalom, quién sabe.


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